Por Cleber Arruda, Agência Mural*
Nuevos juegos del parque, basureros y el mantenimiento de la plaza son algunos de los logros de los residentes y alumnos de yoga
Velas encendidas se vuelven el centro para un ejercicio de meditación. Se necesita concentrar y fijar la atención en la llama hasta calmar la mente. Momentos después, con los ojos cerrados, es posible relajarse por instantes escuchando el canto de los pájaros de la Plaza Doutor Olavo Velasco, en Vila Ipojuca, zona oeste de São Paulo.
Es tarde de un martes nublado. Vacía, la plaza es prácticamente el patio trasero del Centro de Convivio y Memoria de Lapa Cecília Meireles, donde el ejercicio mental marca los momentos finales de más una de las aulas de yoga de la profesora Renata dos Santos Adamo, 36 años.
La plaza y las aulas dieron nuevo sentido a la vida de Renata, que dejó su carrera como economista en oficinas de grandes empresas por nuevas perspectivas y proyectos. “Tenía que esforzarme mucho para ser buena y no era feliz con lo que hacía. Empecé a hacer yoga por un conocimiento personal, me fui dando cuenta de los efectos y en algún momento sería profesora. Hoy no me veo haciendo otra cosa”, cuenta.
Renata vive en la calle de la placita, donde jugó en la infancia y dio las primeras aulas para familiares. Tiempos después, descubrió el espacio en el Centro Cecília Meireles y ofreció su servicio voluntario para ancianos. Con los vecinos alumnos desarrolló la idea de revitalizar el ambiente.
“La plaza estaba abandonada, personas usaban drogas y los juguetes estaban quebrados. Decidí llamar a los participantes de las aulas para pensar el espacio y poco a poco fuimos cambiando, con la idea de las propias personas en el proyecto”, recuerda.
Con dos años de existencia, las aulas de yoga se abren actualmente para todas las edades, en dos horarios, los martes. Se discuten las pautas sobre los cuidados de la plaza después los ejercicios y los vecinos, incluso los que no participan en el proyecto, se movilizan por mejoras. “Conseguimos un cerrajero para arreglar la balanza, además de presupuesto para nuevos juegos del parque y la instalación de basureros. Hoy, hacen fiestas de cumpleaños en los fines de semana y hasta fiestas juninas; eso aleja la criminalidad también”, cuenta Renata.
El ama de casa Elisa Yokota, 45 años, es una de las alumnas involucradas en el mantenimiento de un compostador de la plaza. “Antes, tiraba hasta tres sacos de basura por semana. Ahora, a veces, no tiro ninguno, porque echo la mayoría de la basura orgánica al compostador. Eso nos hace sentir mejor, en lugar de echar todo en el vertedero, así creamos tierra fértil que ayudará las plantas”, enfatiza.
Incluso quienes no viven en el barrio, pero participan en las aulas, como la instructora de yoga Sirlene Aparecida Spitaletti, 57, elogia la iniciativa. “Es sensacional. Vivo desde hace 30 años cerca de aquí y no conocía esa plaza antes del proyecto. Aquí hay paz. Las personas se escuchan y conseguimos entrar en contacto con nosotros mismos”, destaca Sirlene, que ayuda a Renata.
¡La oportunidad de tener experiencias como esta puede estar más cerca de lo que parece! Pruébalo participando en el Día del Desafío. La campaña tiene lugar todos los años en el último miércoles del mes de mayo. Son más de 3 mil ciudades que participan, en Brasil y en 13 países del continente americano como Argentina, Chile, Cuba, México, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. ¡Conozca más!
*Serie de reportajes producida por Agência Mural de Jornalismo das Periferias, que tiene como objetivo minimizar la falta de información y contribuir para la deconstrucción de estereotipos sobre las periferias de Grande São Paulo.